jueves, 27 de marzo de 2014

Y 23, 3 inqueridas y una e que anhela ser y

Y me coge y no me suelta y me meces y me despierta y me adormece.
Y si miro me estremece.
Metal. Metal deslizante. Su única lubricación el sonido perturbador agradablemente perturbador. Dos ideas condensadas en dos, una, en medio una.
Querer a veces es no poder, pero yo puedo y me encanta, cuando lo hago, porque lo hago. Y me toca Jazz inqueriendo e inqueriendo quererme pero hacerlo. cambio verbal en su modificada forma. Torpemente mi inspiración convierte a esto en musa intermitente. Lo sabríais si os metierais de vez en cuando en mi sesera.
Y dos cordeles a mi cintura se entrelazan y me abrazan, y noto la presencia de la más alta y vertiginosa sensualidad a mi espalda. Y la sensualiza y no es él su presencia. Hipérbaton. ¿Hipérbaton? Si no adivina. Y la sensualiza (y no es él) su presencia. 
Marcada. Ambición que me hace caer en mi error y mi olvido y mi trampa a veces como hace escasos segundos, más cuanto más escribo con este lápiz gris, que en la pantalla inimprovisada no será lápiz, será teclado y con alta seguridad negro, ya casi un minuto o más, no justo.
Cuello reclamado al vapor de agua, que no saliva, dicen. JA. Vapor de agua de saliva, pero es dulce y no me importa. Y por si lo habéis pensado (1ª o 1ª persona) no es una oda a los metales.







Maldita ambición. Verso cambiado y no es verso, que no es verso. Esto antes. Explicado.
Maldita ambición. De nuevo.
Mucho después y no después, mejor.
Reflejo de mi pensamiento con una 'C' inquerida.

Instinto. Inconexas.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Preciodso por ser primero preciodo y luego precioso, y no siéndolo

Precioso, quiero que digas al acabar de oírlo. Pero no lo harás. No hoy. Así que tu sonido me enamora. Que me meces en mis noches de insomnio, e incluso me acompañas imaginativamente. Ojalá no. Ojalá no fuera así. Ojalá te pudiera dar la mano cuando me encontrara mal. Y me dices y me dejas de decir cosas bonitas. Y abandonas la escritura en un punto perfecto. Que no existe porque continúa. Que son tus ojos. Y paro.
No dirás precioso. No lo harás. Pero yo sí: preciosos tus ojos. Plural. Como nosotros, vaya.