domingo, 12 de febrero de 2017

Oda a las ventanas encendidas

Esto es una oda a las ventanas encendidas, incendiadas de amor incandescente, que aparecen ante nuestros ojos cuando nos creemos solos en la noche. Cuando nos tambaleamos sobre la última botella, la que no debimos tomar. O sobre un mar romántico de errores. O con un confuso futurismo mental. Las que están ahí, dándoles calor a nuestros ojos. ¿Nunca te han hecho sonreír? A mí las ventanas siempre me hacen sonreír si están llenas de amor amarillo viejo, de ese del que sale el polvo de las hadas que van muriendo cada mañana tras el sueño y alimentan la génesis de las nuevas al caer la noche y emerger la luna, aunque a veces se esconda, tímida de exhibir tanta belleza, ajena al mundo que se consume frente a ella. Seamos (poco) realistas, son ventanas a otras vidas, no a otros mundos. Mas cada vida es un mundo. ¿Nunca os habéis sorprendido anhelando vivir dentro de esa luz? Buscando la felicidad en otros mundos, digo... vidas. Abrazando otras texturas que nos harían igual de miserables o joviales que en el preciso instante en el que divagamos (diving) perdidamente en estos trances.
Divingamos. 
Y quizá nos deprimimos, la gracia está en evitarlo. Quizá nos miramos en un falso espejo inundado de dicha, ¿Quién sabe? En cualquier caso, seguimos nuestro camino, hasta ver otro orificio cuadrado del color del sol en los dibujos, en otro edificio, lleno de esa vida lenta que se escurre entre nuestros de(seo)dos.
Divinguemos, por las aguas de lo imposible.
Volemos a las ventanas encendidas.
Out of Nowhere - Charlie Parker

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