sábado, 1 de noviembre de 2014

Alejandrina

Tú, sólo eso. La vida se me escapa por tus ojos si lo pienso. Tus gestos, tus caricias, me han hecho poco a poco rendirme inevitablemente entre versos de pasión, entre canciones tiernas de acordes emocionantes. Mi mente dividida en la mía y la tuya habla mucho de nosotros. Dice tanto como el color del cielo cuando nos damos un beso, que cambia, y nosotros no lo vemos, porque tenemos los ojos cerrados. Alzamos la mano de vez en cuando para llegar al otro, como si de un Dios se tratara. Y nuestras yemas de los dedos se juntan y las almas juegan entre ellas, diciéndose 'te amo' tantas veces que ya se alman. Y ahora, cómo podremos dejarnos y separarlas entre llantos incesantes, hacer que cese su juego limpio y dulce... No lo haremos, pues. Ya no mires atrás siquiera para asegurarte, mira hacia delante, mira el futuro y dime, ¿merece la pena? Hay tanto que no sé de ti que una vida no me basta para entenderlo. para entender que no lo sepa todo. Para saberlo todo no existe universo en el que haya tantas vidas. Busquémoslo.
Que la vida da mil vueltas, pero ojalá todas sean contigo. Y entre lágrimas de mirada te lo digo. Y con esa canción que te simboliza de fondo en este cuadro que superas con cada trazo cada día.
Y tantas señales nos hacen ver con esmero lo mucho que hay por delante y los lazos que nos unen.
Tú, que eres mi mejor amigo, mi ángel de la guarda desde tu cielo estrellado. Y yo tu Sol. Yo te alumbro y tú me guías, es extraño pero bello, y quiero que cambie a sensaciones similares y el dinamismo nos lleve a renovar este amor.
Que del marrón de tus ojos al marrón de los míos hay algo muy fuerte que al acercarnos se hace tangible en un beso. Que no hay otro más que tú.
Tú, que eres mi profeta y mi querido, mi amante y mi entregado compañero.
Tú que vuelas en mis sueños y me salvas de las pesadillas.
Tú, tú y mi vello erizado en los brazos por el frío y la emoción, y tú cubriendo mis brazos con los tuyos. 
Tú aplicando calor a mi silueta y tornándola hermosura.
Tú abrazando mi cintura con cariño, haciendo de mi cuna como si fuera un niño.
Tú y tus desmesuradas caricias, y la ternura en los ojos.
La lágrima que antes no existía y el placer de notar una mano a tu lado.
Las promesas en cadena de pequeñas cosas. 
Tú marcando la diferencia, como siempre, en este mundo en que adoptas un color inexistente entre la gente corriente. Alado de grandes verdades que me elevan sin remedio. Haciendo de mí poco menos que un éxito impensable.
Y si me atraes hacia ti con tanta dulzura, mis palabras se quiebran en una voz insegura y aflora otra vez un suspiro que denota que me enamoro de nuevo.
Y luego mis intenciones por hacer brotar esa increíble lágrima de tus increíbles ojos y verla de vez en cuando, ver amor cayendo en cascada de ti, nublando la razón y dando paso a la fe en algo tangible pero que nadie aún llamaría razón.
Todas mis preguntas conducen a una única respuesta: TÚ. Eres mi felicidad, y no puedo evitar llorar de alegría.
¿Sabes? Hoy tus ojos me han dicho que sí, incluso estando cerrados, pues mis pupilas atravesaban tu dulce sueño tras las cortinas del olor denso de la noche, y me he vuelto a enamorar mil veces.
Y déjame sollozar si es de alegría pura, de haber caído en tus brazos protectores pero libertarios, guerrero del verso.
Eres también mi debilidad. No tengas nunca miedo.
Rescataste a la princesa prosaica que se hallaba sin saberlo en tu sino ya.
Y eso soy, Alejandrina, como un verso en un cantar de gesta, pero hacedora del romance de esta Historia.
Creo que he demostrado que haría lo imposible...

No hay comentarios:

Publicar un comentario